Misión posible
El abismo (1909), Pietro Canonica |
Unos segundos después del pecado y su consecuencia Dios inventó la
salvación, fue su promesa y nació la Alianza. Pero surgieron imprevistos
relacionados con la libertad de los hombres y su Palabra se olvidaba. Envío a
sus profetas para recordarla. Finalmente, mandó a su Hijo -la Palabra hecha carne- que les habló del
Reino de su Padre, la única condición para llegar era seguirle, fiarse de él,
de su manera de salvar la vida, confiar como él confiaba en el Padre.
A los hombres este Hijo les desconcertaba, provocaba desasosiego: los
últimos serán los primeros, perder es ganar, felices los pobres. «Surgirá
Yahveh… para hacer su acción, su extraña acción» dijo Isaías de la contrariedad
que causa su manera de actuar. O como escribió alguien en el s. XX: «El Dios
revelado en Jesús pone del revés todo lo que el hombre religioso espera de
Dios»1.
Y pasó lo que no debió suceder, o sí. Y cuando todo parecía acabado es
cuando empieza: el Espíritu sopló, el camino estaba dispuesto, se extendía la
buena noticia y la salvación constante de ensanchar la vida allá donde se
estrecha y ahoga. El ensanchamiento (alegría y esperanza) es obra de Dios,
el espacio estrecho es el miedo que oprime, pero Él dice: «no temáis»,
«alegraos».
Que su Palabra respire en toda la tierra es misión de los hijos. Y que el
corazón se ensanche y el mundo. «Realmente, el Señor está en este lugar, y
yo no lo sabía... » (Gn 28,16).
-------------------------------------
(1)
BONHOEFFER,
D.: Resistencia y sumisión . Ed. Sígueme, Salamanca 1983, pág. 253.
CARMINIS
Comentarios
Publicar un comentario