Comentario sobre el tributo del César

Tributo del César, Tiziano (1568)

Mt 22, 15-21

«Yo soy el Señor y no hay otro, fuera de mí no hay dios». No es ufanía ni desprecio de lo otro, es advertencia al ser humano para que recuerde su dignidad. Me explico, es coherente que sólo haya un Dios uno y de todos. La tendencia a crearse otros dioses y a adorar otros dioses ha sido muy frecuente en la historia de la humanidad. El César romano se hacía tener por dios, y exigía un culto al César. 

Los Fariseos sabían bien que su Ley prohibía hacer imágenes de figuras humanas o animales, y no debían tener imágenes en el templo ni llevarlas consigo. Pero hacían la vista gorda con las monedas que llevaban la imagen del César para no enfrentarse con el poder Romano y porque les interesaba el uso del dinero. 

Al final les dice Jesús que si quieren cumplir la ley, devuelvan al César lo que es del César, pero que no olviden dar a Dios lo que les estaba pidiendo Dios, la conversión al reinado de Dios abierto a todos, a pobres y pecadores o impuros. Les deja sin palabra. Para nosotros es clara la advertencia: somos “imagen de Dios”, pertenecemos a Dios; no nos debemos a ningún “césar” ni ningún diosecillo. 

No nos contentemos con menos que Dios. 

J. V.

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