Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40)

 Verano 1904, Joaquín Sorolla

Para los fariseos la preocupación principal era cumplir todos los preceptos de la Ley de Moisés. Pretenden poner a prueba a Jesús preguntándole por el mandamiento principal de la Ley, y Él contesta: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas».

Lo más importante es amar a Dios, porque el amor al prójimo es consecuencia y efecto de este amor.  No tenemos excusa para dejar de amar a alguien. Las Sagradas Escrituras aseveran: «El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor» (1Jn 4,12),  “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto”. (1Jn 4,20).

Es cierto que hay personas que nos cuesta más amar, por su mal carácter, por sus ataques hacia nosotros, o incluso maldad, pero Jesús nos dice claramente que hay que amarles,  tolerarles, aprender a vivir en paz y con la conciencia limpia.  Este es el ejemplo que Jesucristo mismo nos da, pues nos ama aunque seamos pecadores.  Pidamos pues ayuda al Espíritu Santo, que nos ayude a amar a Jesús como Él quiere que le amemos y, como consecuencia, amaremos al prójimo como Él quiere que le amemos.

M. J. M.

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