Un santo que el mundo ama
Puede
pensarse que es un lunático que habla a los animales y cosas del cielo y tierra,
los llama hermanos. Con la cortesía de los felices pide al hermano fuego que
con él que sea educado.
Puede provocar un rechazo razonable su
ascetismo riguroso: estigmas, no comer, mal vestido, con piojos, vivir entre
leprosos. Su vida al revés de la vida es una bella alabanza a Dios.
Puede considerarse un
tipo absurdo que dice que la alegría perfecta es soportar injurias, vilezas,
infortunios por amor a quien nos ama primero. Y se despoja de su posición,
hasta de su ropa, lo imprescindible está dentro.
Puede parecer extraviado amar la miseria y renunciar al bienestar, pero la suya es arte y riqueza: poesía y Evangelio. Canta con el lenguaje de los trovadores a una humilde y candorosa dama llamada Pobreza. El mínimo poeta que inspira a grandes poetas:
La casa de los pobres es como un tabernáculo
en ella se convierte en
comida lo eterno,
y cuando ya
atardece se vuelve suavemente,
en un
extenso círculo, hacia sí,
entrando en su interior, lleno de ecos,
despacio.
(…).1
(Y el loco se
convirtió en héroe, y el héroe en este santo que el mundo ama). PAZ Y
BIEN.
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(1) Fragmento de un poema de El
libro de las horas de R. M. Rilke, incluido en su tercera y última
parte «El libro de la pobreza y la muerte», apología de la pobreza a través de
san Francisco. Ed. Lumen.
Imágenes: pinturas de San Francisco de Asís, Francisco de Zurbarán (1598-1664).
CARMINIS
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