Sobre la identificación con Jesús. Enrique de Ossó
«Pensar
como Cristo Jesús, sentir como Cristo Jesús, amar como Cristo Jesús, obrar como
Cristo Jesús, conversar como Cristo Jesús, hablar como Cristo Jesús, conformar,
en una palabra, toda nuestra vida con la de Cristo, revestirnos de Cristo
Jesús, he aquí el único negocio y ocupación esencial, primera de todo
cristiano. Porque cristiano quiere decir alter Christus, otro Cristo, y nadie
puede salvarse si no fuere hallado conforme con la imagen de Cristo. Mas para
conformarnos con la vida de Cristo Jesús es ante todo menester estudiarla,
saberla, meditarla y no solo en su corteza exterior, sino entrando en los
sentimientos, afectos, deseos, intenciones de Cristo Jesús, para hacerlo todo
en unión perfecta con Él.
El
mismo Señor Jesús con su bondad y sus palabras nos convida a ello. Pues, ¿cómo,
por ejemplo, aprenderemos su mansedumbre y humildad; cómo en cada acción nos
pondremos delante a Cristo para imitarle si no conocemos los sentimientos de su
corazón al practicarlos? Porque Cristo vivió, comió, durmió, habló, calló,
anduvo, se cansó, descansó, sudó y tuvo hambre, sed, pobreza, etc., etc.,
trabajó, en una palabra, padeció y murió por nosotros, por nuestra salud.
¿Por
qué, pues, no nos hemos de hacer o representar a Jesús práctico, real,
digámoslo así, y no teórico o ideal, que es causa de que no le amemos e
imitemos en todas las en todas las cosas como debemos?
Jesús
es nuestro hermano, carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre y hueso de
nuestros huesos. Este es, pues, mi Jesús, Dios y Hombre verdadero, vivo,
personal, que se dejó ver en la tierra y vivió, conversó con nosotros, hombres,
por treinta y tres años, ya que por nuestra salud siendo Verbo Eterno del Padre
descendió del cielo, se encarnó, padeció, murió, resucitó, subió a los cielos y
se quedó entre nosotros hasta la (consumación de los siglos para ser nuestro
compañero, consuelo y alimento en el Santísimo Sacramento del altar).
En
conocer, pues, más y más a Jesucristo consiste la vida eterna, nuestra única
felicidad en el tiempo y en la eternidad».
De los escritos de San Enrique de Ossó, Un mes en la Escuela del Corazón de Jesús, prólogo.
T. R.
T. R.
San Enrique de Ossó, el
hombre del «todo por Jesús», sacerdote diocesano. Nació en Vinebre (Tarragona),
el 16 de octubre de 1840. Apóstol de oración, comunicador, escritor y pedagogo.
Acercó a Teresa de Jesús a la gente como maestra de oración y vida, difundiendo
su espíritu a través de la educación. Creó la Congregación de las Hermanas de
la Compañía de Santa Teresa de Jesús y diversas asociaciones apostólicas. Impulsó
el papel de la mujer en la familia, en la educación y en la Iglesia. Murió el
27 de enero de 1896 en Gilet (Valencia).
El pasado
sábado 27 de enero celebramos su fiesta en la
parroquia de Sant Llàtzer. Cerca de ella vive una comunidad de
teresianas de Enrique de Ossó.
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