Dueños del dolor

Escribió Henri Nouwen en La voz interior del amor que ser dueños del dolor es comprender la manera de estar en el mundo. Cuando hablamos a los demás sin comprenderlo esperamos de ellos algo que no pueden darnos. Hablar de él con libertad es la forma de ayudar y dejarnos ayudar, de dar y recibir coraje, esperanza, servicio. Sufrimos por nosotros, por los otros y con ellos. Lo sentimos donde carne y alma están fundidas: nuestra persona.

Sigue diciendo Nouwen que todo sufrimiento es único, hay mucho en el mundo, pero el más difícil de soportar es el propio, aceptar nuestra cruz es entrar en contacto con la condición humana del sufrimiento. Nuestro dolor es el modo concreto en que participamos del dolor de la humanidad, así fue para Jesús. La sanación comienza si accedemos a la misericordia, amarse unos a otros es amarse en Dios.

Preguntaron al pintor Matisse si creía en Él y contestó: «Sí, cuando sufro». Para Teresa de Ávila se trata de: «el cristiano debe buscar al Dios de los consuelos y no los consuelos de Dios».

Dice José Vidal Taléns, párroco de San Lázaro (resumo sus palabras), que hay dolor físico y un sufrimiento humano que sucede al nacer, crecer, educarnos, al socializarse y humanizarse. Sufrimos cuando enfermamos, cuando somos víctimas de la injusticia o asumimos la causa de quienes la padecen, o somos nosotros quienes la cometemos, sentirlo puede llevarnos al arrepentimiento y recobrarnos como humanos. El nivel de humanidad se mide por la capacidad de aceptar ese sufrimiento existencial y esto es dignidad. Sufrimiento hasta el momento de la muerte (que había comenzado antes), momento para no dejar esta vida sin haberle dado un sentido que nos permita traspasar y trascender el morir.  Hay también un sufrimiento por habernos arriesgado a amar a personas concretas, es tan coherente que cuando amamos a alguien sufrimos por ella, precisamente, porque la amamos.

carminis



Henri Nouwen (1932-1996). Sacerdote y escritor. Blog con fragmentos de su obra: http://henrinouwenblog.blogspot.com.es/2013/08/curacion.html
Imagen: Anciano con pena (1890), Vincent van Gogh.

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