Pentecostés


(Jn 20, 19-23):

Pentecostés. Os conviene que yo me vaya, nos dice Jesús. Porque “tendría que deciros muchas cosas más, pero no podríais entenderlas ahora. Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará para que podáis entender la verdad completa”. Jesús ya no está entre nosotros físicamente. Es nuestro tiempo. Sin tiempo no seríamos libres. Y Dios quiere nuestro amor en libertad. Por eso, un día Jesús se ausenta de sus discípulos. Con el tiempo ellos crecieron y acabaron de comprender la profundidad del misterio que era la persona de Jesús. Habían recibido su Espíritu. Con el Espíritu y el tiempo llegaron muy lejos. Un esquema para nuestra vida. La verdad no se comprende a primera vista. Lo profundo no se capta con la mirada superficial. Todo lo importante pide tiempo, y escucha de Dios, atención al Espíritu de Jesús en nosotros. ¿Qué nos inspira? Para ello hay que parar, y darnos tiempo. Y cuando no nos aclaramos, busquemos hombres o mujeres de Espíritu, quizá estén más habituados a escuchar al Espíritu en ellos y discernir. Puede ser un laico o laica, un religioso religiosa, o un sacerdote. Aprendamos, con el tiempo, a vivir en el Espíritu de Jesús y a vivir del Espíritu de Jesús, que es nuestra Vida, en mayúsculas, y en profundidad.

J.V.T.

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Icono neobizantino ruso s. XVI, copia.

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