El viatge dels Reis Mags
(Mt 2,
1-12):
Em digueren que els Reis Mags no
existien. Tristament desaparegué la il·lusió, només era el conte més preciós
mai contat. En un bell poema de T.S. Elliot, però, «El viatge dels Reis
Mags» vaig descobrir que la seua realitat després de la infància és per als qui
cerquen a Déu.
La seua història comença amb una llum i un desig. Possiblement quan va nàixer Jesús no hi hagué cap fenomen celeste: cometa, estrela, conjunció d'astres. O tal vegada sí, i molta gent va veure l'estrela, sols ells reconequeren el senyal i van seguir-lo. Deixaren la seguretat dels seus regnes, el seu benestar, sabien que el viatge era una bogeria: riscs, hostilitats, bandits disposats a robar i a matar.
Llum, desig i camí.
Isqueren a la intempèrie amb els regals i la seua fe, s’hi van trobar com a
companys de recerca, cercar la veritat ens fa itinerants i Déu guia a qui la
busca i li busca, tots estem a la mateixa distància d'Ell. En aquest relat una
estrela va ajudar a trobar-li. I un àngel, en un somni, que va advertir-los
de retornar per un camí diferent.
Així i tot, el més dur
no va ser la recerca sinó el retorn a les seues vides de sempre, l’alegria de
trobar a Déu també és desassossec, com diu l’última estrofa del poema:
«Regresamos a
nuestros lugares, estos Reinos,
pero ya no estamos en paz aquí, bajo la antigua ley.
De un pueblo extraño aferrado a sus dioses».
***pero ya no estamos en paz aquí, bajo la antigua ley.
De un pueblo extraño aferrado a sus dioses».
Me dijeron que los Reyes Magos no existían. Tristemente desapareció la ilusión, solo era el cuento más precioso jamás contado. Pero en un bello poema de T.S. Elliot «El viaje de los Reyes Magos» descubrí que su realidad después de la niñez es para quienes buscan a Dios.
Su
historia comienza con una luz y un deseo. Posiblemente cuando nació Jesús no
hubo ningún fenómeno celeste: cometa, estrella, conjunción de astros. O tal vez
sí, y mucha gente vio la estrella, pero solo ellos reconocieron la señal y la
siguieron. Dejaron la seguridad de sus reinos, su bienestar, sabían que el viaje
era una locura: riesgo, hostilidad, bandidos dispuestos a robar y matar.
Luz,
deseo y camino. Salieron a la intemperie con los regalos y su fe, se
encontraron como compañeros de búsqueda, buscar la verdad nos hace itinerantes
y Dios guía a quien la busca y le busca, todos estamos a la misma distancia de
Él. En este relato una estrella ayudó a encontrarle. Y un ángel en un sueño que
les advierte que regresen por un camino diferente.
Pero lo más
duro no fue la búsqueda sino el regreso a sus vidas de siempre, la alegría de
encontrar a Dios también es desasosiego, como dice la última estrofa del
poema:
«Regresamos a
nuestros lugares, estos Reinos,
Pero ya no estamos en paz aquí, bajo la antigua ley.
De un pueblo extraño aferrado a sus dioses».
carminis
Pero ya no estamos en paz aquí, bajo la antigua ley.
De un pueblo extraño aferrado a sus dioses».
carminis
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Imatge: Frontal de l’altar de Mosoll
(detall), primer terç del segle XIII, anònim, taller de la Seu d’Urgell. Museu
d’Art Nacional de Catalunya.
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