Las bodas de Caná


No tienen vino…
Jesús, tú nos conoces, conoces a quienes creemos en ti y venimos a celebrar contigo la Eucaristía. De nuestras comunidades podríamos decir lo que te dijo María, tu madre en las Bodas de Caná de Galilea: no tienen vino… Nos falta el vino de la alegría compartida, no acabamos de gozar del encuentro entre los hermanos; cada uno sufre su aislamiento y sus pobrezas. Pero tú siempre acudes a la fiesta de tu Iglesia, porque tú eres nuestra fiesta. Danos de tu vino, que sintamos la alegría de haberte conocido y de darte a conocer. Haznos cristianos alegres, haznos sentir alegría interior y que seamos cristianos que transmitan y vivan la alegría del Evangelio.

J.V.T.     

Jn 2, 1-11:
Diuen de la simbologia d'aquestes noces: números, elements… Sembla un succés entre anecdòtic i màgic, un Fill i una Mare atenta i discreta que ajuda al fet que succeïsca el miracle.

Vaig a missa i imagine que és una festa de noces, nosaltres som els nuvis i els convidats, convidats a ser esposats i a la nostra felicitat. Mentre el capellà  fa  la cerimònia, ahí estem davant de Jesús, tal vegada, com enamorats. Ell introdueix l'amor que necessitem per a estimar: Jesús, el diví apassionat, que s'ofereix com una provocació fins a l'embriaguesa.

Pense en eixe estat d'eufòria que ens provoca una copa de més, que alegrement ens transforma, com si així fóra estar amb Déu. Aquest vi nou que ens ofereix és millor que el vell, eixe que bevem en altres parts, aquesta embriaguesa nova i diferent no pertorba, espanta o destrueix, per contra, és vida, alegria i goig, viure embriagats del seu Esperit desbordant. Potser aquesta embriaguesa manifesta el seu regnat i la nova aliança amb Ell.
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Dicen de la simbología de esta boda: números, elementos… Parece un suceso entre anecdótico y mágico, un Hijo y una Madre atenta y discreta que ayuda a que suceda el milagro.

Voy a misa e imagino que es una boda, nosotros somos los novios y los invitados, invitados a ser desposados y a nuestra felicidad. Mientras el sacerdote hace la ceremonia, ahí estamos ante Jesús, tal vez, como enamorados. Él introduce el amor que necesitamos para amar: Jesús, el divino apasionado, que se ofrece como una provocación hasta la embriaguez.

Pienso en ese estado de euforia que nos provoca una copa de más, que alegremente nos transforma, como si así fuese estar con Dios. Este vino nuevo que nos ofrece es mejor que el viejo, ese que bebemos en otras partes, esta embriaguez nueva y diferente no perturba, asusta o destruye, por el contrario, es vida, alegría y gozo, vivir embriagados de su Espíritu desbordante. Quizás esta embriaguez manifiesta su reinado y la nueva alianza con Él.

carminis

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Imatge: Les noces de Canà (1563), detalle. Paolo Veronese. Museu del Louvre, Paris.

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