III Domingo de Cuaresma
(Lc 13,1-9):
“Si no os convertís, todos
pereceréis”, oiremos hoy. Claro que hay catástrofes e injusticias en nuestro
mundo que, en lugar de desanimarnos, deberían “avisarnos” y recordarnos lo
fácil que es perder la vida, si la ha de asegurar este mundo nuestro. Basta que
nos recuerden que debemos convertirnos hacia Dios, la Vida, el único que
sostiene verdaderamente nuestra vida. El agua de su “vida eterna” fue derramada
en nuestros corazones en el día de nuestro bautismo: entonces “volvimos a
nacer”, esta segunda vez ya no de modo natural, sino que “nacimos del agua y
del Espíritu Santo”, y sin dejar de ser hijos de nuestros padres pasamos a ser hijos de Dios,
hermanos entre nosotros, entre los otros hijos, las criaturas humanas, la
personas, todas, con la dignidad que les da haber sido llamadas a ser familia
de Dios.
Pero puede darse que este
gran don lo hayamos olvidado o reducido a mero dato como que me bautizaron y ya
está. Y quizá andamos “perdidos” buscando otras aguas que calmen nuestra sed,
sin que la acaben de saciar. Hemos de hacer memoria del amor que nos constituye
y que fluye por nosotros, desde Dios a nuestros hermanos. El bautismo celebraba
que éramos fruto de un amor eterno y que dicho amor nos constituía. La esencia
del ser humano es amor. Nos lo ha revelado Jesús, el Hijo de Dios, y nos lo ha
comunicado Jesús, el hijo del hombre, con su entrega “por nosotros y por los
muchos”, para darnos vida y vida en abundancia, esa que no se desgasta ni
perece ya. Aprovechemos la cuaresma para volver a encontrarnos con Él.
No basta conocerle de oídas.
No basta saber algo de Él. Necesitamos dejarnos encontrar por Jesús, hacerle
posible el encuentro, parar nuestro ajetreo diariamente, decirle que le amamos
y sentir su amor. Sin esta conexión frecuente con Él, es fácil perdernos, ver
cómo nuestra vida se desgasta y se consume, hasta perecer. Convirtámonos,
desandemos el camino que llevamos, encaminémonos hacia Jesús y sigámosle.
J.V.T
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Imagen: Cabeza de Cristo, s. XVI, Ludovico Cardi -Cigoli-. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
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