Un buen samaritano
Lc 10, 25-37:
Para atender al caído de
camino de Jerusalén a Jericó había que sentir compasión, y para sentir
compasión y amor debíamos primero aplazar todas nuestras normas o deberes, aminorar
nuestras exigencias morales, abandonar todos nuestros juicios y condenas. Si
como el Levita y el Sacerdote del Templo tenían deberes en el Templo, los
antepusieron delante de la atención al que había caído en manos de malhechores.
Fue el Samaritano, quien contraviniendo aparentemente a su ley de no socorrer a
ningún judío, se compadeció.
J.V.T.
Qui és el meu proïsme?
La paràbola d'un bon samarità i com si Jesús diguera que l'única explicació
és la implicació.
Potser, des de sempre i en totes les societats, temem el pobre, el
necessitat, el diferent… Temem acostar-nos o que se’ns acosten massa, com si
poguérem perdre alguna cosa: temps, diners, paciència, benestar, privilegis. Tot
i això, crec que acostar-me és reconéixer aquell que no m’hi vull veure: la
meua pròpia pobresa i vulnerabilitat, la meua covardia i vergonya. En mi
mateixa hi ha una dona poregosa, amagada en l'aparença, intente negar la seua
existència, deixar-la de costat i passar de llarg cap a altres coses que pense
més importants.
Però amb Déu és inútil aparentar o dissimular, Ell acull eixa dona que sóc;
m’adone que en ella comença el meu proïsme perquè es reconeix fora en uns altres.
Escrigué el poeta: «Allò que val és la consciència / de no ser res si no s'és poble»1; poble i proïsme sense
idees, ideologies ni tan sols doctrines només cal la nostra pobresa per
acostar-nos compassivament.
¿Quién es mi prójimo?
La parábola de un buen samaritano y como si Jesús dijera que la
única explicación es la implicación.
Quizás, desde siempre y en todas las sociedades, tememos al
pobre, al necesitado, al diferente… Tememos acercarnos demasiado a ellos o que
se nos acerquen, como si fuésemos a perder algo: tiempo, dinero, paciencia,
bienestar, privilegios. Pero acercarme es reconocer lo que no quiero ver: mi
propia pobreza y vulnerabilidad, mi cobardía y vergüenza. En mi hay una mujer
temerosa, oculta en la apariencia, intento negar su existencia, dejarla de
lado, pasar de largo hacia otras cosas que considero más importantes.
Con Dios es inútil aparentar o disimular, Él acoge a esa mujer
que soy, me doy cuenta que en ella comienza mi prójimo porque se reconoce fuera
en otros. Escribió el poeta: «Lo que vale es la conciencia de no ser nada si no se es pueblo», pueblo y prójimo sin ideas, ni ideologías ni siquiera doctrinas, solo
necesitamos nuestra pobreza para acercarnos compasivamente.
carminis
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(1) Vicent Andrés Estellés, «Assumirás la veu d’un poble», Llibre de les maravilles.
Imatge: El bon samarità (1890), Vincent van Gogh, Museo Kröller-Müller, Otterlo (Países Bajos).
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