La puerta abierta
Lc 13,22-30:
Todos necesitamos de la salvación, es decir, de la
humanización. Por el proceso de hominización emergió el ser humano
consciente de sí, libre y responsable de sus actos. Mediante el lenguaje y
la creación de instrumentos se da cuenta de su poder. Tentado en usarlo en
beneficio propio y perjuicio de otros, despertó entonces la conciencia moral,
pues el egoísmo arraiga. La vida humana se proyecta como un programa de
humanización para vivir con dignidad nuestra libertad y conciencia, pero
generación tras generación caemos en la misma tentación egoísta. Algunos van
aprendiendo y transmitiendo una solidaridad que, por momentos, nos revela lo que
es ser y vivir como humanos.
Sin embargo, no acabamos de vencer el mal que ha nacido con el ser humano. De esto nos viene a liberar Jesús, y no es el poder, sino la impotencia del amor, su destino y su herencia. Algunos lo comprendieron y creyeron: el amor es el más fuerte y victorioso de los poderes, más que la muerte, vence la Vida y vence el Amor que es Dios identificado con Jesús resucitado como Hijo suyo. Esa victoria y transformación nos llegan a través de su palabra y de los signos de los sacramentos donde celebramos lo que esperamos, nuestra transformación en la Vida nueva del Espíritu de Jesús y del Padre, indestructible y eterna.
Mientras tanto, al salir de la celebración sacramental, tenemos que vivir la
Vida nueva con los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, ser signo de una
humanización (salvación) que no llegamos a realizar ni encontramos. Salvación
como humanización frente la deshumanización, la destrucción del hermano, la
insolidaridad, el infierno que podemos crear entre nosotros. La nuestra es una salvación que vivimos entre el ya hemos empezado a
conocerla y disfrutarla y celebrarla y anticiparla en la vida, pero todavía no
conocemos en su plenitud, la cual esperamos conocer en la gran fiesta de los
hijos de Dios más allá de la historia.
El trabajo de humanización del ser humano supone un crecimiento y
negación de sí mismo que no todos eligen, prefieren escoger caminos más cómodos
y fáciles que conducen a deshumanizarse. Por eso Jesús habla de una puerta
estrecha y un camino cuesta arriba que pocos deciden atravesar y seguir.
J.V.T.
"Vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios". Por parte de Dios está claro: la salvación es para todos. Firmeza y fidelidad. La "pertenencia" a una tierra, a un pueblo, a una raza no es la garantía. "Esfuerzo". Una palabra que no acaba de gustar. Tampoco se acepta la "corrección". Y no vale el "te conocemos"... Vale el "te amamos". El amor sabe y comprende estas cosas. Los "últimos" son "primeros". Por principio, por radicalidad.
Buenos días! Feliz Domingo!
Gonzalo
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Imagen: La puerta abierta (1880), John Singer Sargent.
J.V.T.
Buenos días! Feliz Domingo!
Gonzalo
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Imagen: La puerta abierta (1880), John Singer Sargent.
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