Humildad y confianza

Lc 18, 9-14
Jesús dirige la parábola del Fariseo y el publicano “a los que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos, y despreciaban a los demás”. Ay, el tenerse por justos, por buenos. No nos ayuda a crecer espiritualmente. En cambio, los humildes y necesitados de misericordia, con Jesús van a desarrollarse en sus capacidades y sus limitaciones no le paralizan.

Humildad y confianza frente al fariseísmo satisfecho y cumplidor
Los divorciados no pueden comulgar... Tal vez, pensé, no seríamos dignos de recibir la Eucaristía, al menos, tener la oportunidad que Jesús nos mire como a las pobres gentes del Evangelio, una mirada que no juzgaba aquello que habían hecho mal, con la que descubrieron su misericordia y confiaron en Él y se dejaron cambiar por su gracia.

Quién me dijo eso creía conocer a Dios. En realidad, creía en un ideal de perfección que no le permitía distinguir lo esencial de lo accesorio. Sé que Jesús no quiere que seamos perfectos, más bien que nos acerquemos a Él desde nuestra vida “imperfecta”, tal como rogaba -de corazón- el publicano de esta parábola.

Creo que cuando la fe no conduce al Amor, las normas ocupan su lugar y creemos que cumplirlas lleva a Dios. Cómo dice J.V.T., hay una sed que no se sacia con las leyes, amar no es un mandamiento, sino la nueva existencia que nos enseña Jesús: la manera humana de existir a lo divino.

J.V.T. i carminis

-----------------------------------------------
Baldomero Romero Ressendi (1922-1977).

Comentarios