Somos luz

 Lc 2,22-40:
Jesús nos exhorta y nos desafía: “Vosotros sois la luz del mundo”. No se enciende una luz para esconderla sino para que alumbre en el entorno. ¿Pero cómo podemos cada uno ser luz para nuestro entorno? Y ¿cómo podemos ser nosotros, la comunidad de los discípulos de Jesús que llamamos Iglesia, luz para el mundo? Al final se nos dice: “para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos”. Los que nos miran ven lo que sale de nosotros, la expresión de nuestro cuerpo, las palabras de nuestros pensamientos y deseos, y las obras de nuestras manos. Es el profeta Isaías quien concreta unas cuantas obras como parábolas de lo que ha de ser toda nuestra vida: “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos”.

Viendo estas y tantas obras de misericordia que pueden salir de nosotros es como nos convertiremos en luz para los demás. Es la luz de la bondad, generosidad, misericordia, la que disipa las tinieblas de nuestro alrededor, en esta sociedad tan crispada, tan partidista, tan opaca de unos respecto de otros, tan a la defensiva del que no es de los míos; sociedad de enemigos. Nosotros, acogiendo el Sermón de la Montaña, no veremos enemigos, sino personas que no han vivido suficiente amor como para convertir sus corazones en amor.

J.V.T.

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Sol (1909), Edvard Munch.

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