La tentaciones son atajos
Mt 4, 1-11:
El primer domingo de Cuaresma nos trae a la
memoria el pecado de Adán y Eva, el pecado de la humanidad de todos los
tiempos, hacerse como Dios, para la creación y para los otros seres humanos. El
dominio frente a la humana fraternidad; el dominio de la naturaleza frente a la
mirada contemplativa y agradecida, que sabe servirse de la naturaleza, pero con
respeto. Dios que puede ser nuestro Señor no ejerce dominio, se ofrece al
diálogo con nuestra libertad, en el relato del Génesis se ofrece como un amigo
conversa con su amigo. Con el pecado el ser humano se tropieza con la muerte y
experimenta la angustia mortal, porque entonces advierte su verdad: que no era
Dios ni era el Señor del mundo. No se plantea aquí que sin el pecado no
moriríamos. Lo que es consecuencia del pecado es la vivencia de la muerte y la
esclavitud que genera el miedo a la muerte del yo, a no ser el señor de la vida
y la muerte, a no ser el señor del bien y del mal.
Vivir
como humanos es aceptar simplemente ser humanos, llamados a ser hijos y
hermanos, meramente usufructuarios de la tierra y sus dones; agradecidos por la
vida que no nos hemos dado y que recibimos para generar vida en nuestro entorno;
reconocer que el bien no es lo que diga mi voluntad sino lo que afirme la vida
que Dios nos ha participado; aceptar que si Dios es quien nos conoce y nos ama,
pueda él indicarnos qué es lo que hace bien al hombre y qué no.
Las
tentaciones son atajos que nos buscamos para escapar de nuestra verdad de
criaturas, de hijos y hermanos, con lo que nos tropezamos no solo con lo
contrario de la verdad sino con lo opuesto a la vida. “No sólo de pan vive el
hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. “No tentarás al Señor
tu Dios”. “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él le darás culto”. La palabra de
Dios es nuestra defensa frente a las tentaciones, como en el relato de Jesús en
el Desierto de Judá vecino al Jordán por donde bautizaba Juan (Éxodo y
Desierto). La experiencia del Desierto significa extremar la dependencia de
Dios sin más apoyos en nosotros. Claro que vendrán las tentaciones de volver a
tomar el control. Pero el Espíritu nos sostendrá.
J.V.T.
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Imagen: La tentación (1910), Othon Friesz. Museo del Hermitage.
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