La llave maestra que abre todas las puertas

                        
 
Me ha salido un poco pretencioso; pero es un bello título para un pasaje evangélico que después de arrancar Jesús a Pedro una confesión de su identidad, "¿quién decís vosotros que soy yo?", pasa a jugar con la metáfora de las llaves que abren o cierran. 

Desafortunada esta palabra que en el mundo eclesiástico designa  "el poder de las llaves". 

Con esta forma de comprender las cosas, escuchas el evangelio de hoy que dice: "Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo", y, claro, todo el mundo piensa en unos poderes que se conceden. Además, de donde toma Jesús la metáfora de las llaves, que es de los profetas, allí se refería al mesías, al siervo de Dios, que había de venir en representación suya, al que se le darían los poderes para gobernar rectamente, destituyendo al mal gobernante: "será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá".

Se trata de las llaves del reinado de Dios, no exactamente el Cielo, sino del reinar de Dios que hoy abunda en su amor redentor que salva lo humano, en riesgo de perderse entre nosotros. Y se le conceden al Siervo de Yahvé, que vendrá con la misericordia de un padre que libera a sus hijos de los poderes que les atenazan con sus injusticias. ¿A quién se le abre o a quién se le cierra el paso a este reinado de amor? 

No es la voluntad caprichosa de un Dios que cierra o abre, ni de sus representantes, porque Dios y sus representantes vienen a resarcirse de los poderes que se aprovechan de los seres humanos a su servicio, a su interés. Más bien, son los seres humanos los que se abren o se cierran el acceso al poder que llega con todo el amor y no quieren tener nada que ver con él.

Me gusta la metáfora de la llave maestra que abre todas las puertas. A Jesús y a sus testigos vivos hoy, se les ha concedido la llave maestra del reinado de Dios, la que puede abrir las puertas cerradas de todos los corazones. No se trata de un poder externo que tiene Jesús y sus testigos y que todos debemos reconocerles. Se trata del poder de abrir que llevan en su persona y su forma de vivir. Con su amor misericordioso, con la empatía o la compasión, con su solidaridad en las alegrías y en las penas, Jesús y sus testigos hoy pueden abrir los corazones que se cierran al amor, o sufrir el rechazo de los que se molestan o incomodan ante sus personas o sus vidas.

Ahora sí; la confesión de la identidad de Jesús: "tú eres el Mesías, el Hijo de Dios", es identificarse con Él, hacerse llave maestra de Dios que abra los corazones y les revele sus potencialidades o posibilidades de libertad y amor.

J.V.T.

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Imagen: La llave maestra, Gabriel Sainz.


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