Mantenerme amada


 (A propósito de Mt 25, 1-13)

Hay que estar atentos porque el tiempo pasa. Descubrí a Jesús tarde pero a tiempo, hacerlo ha dado sentido a mi vida más allá de mi naturaleza. Me ha enseñado que vivir es buscar un sentido que no viene dado con la vida, encontrarlo es el verdadero trabajo humano. Una vida sin sentido se malogra lo que es.

El sentido que he encontrado y vivo en Dios me llevó a desposarme con Él. Como las chicas de esta parábola, también tengo una lámpara que mantengo encendida, el aceite que alimenta la llama es el amor. Sé que Él está en el amor que siento, por eso esperarle no habla de futuro sino de verle en el presente, no es tensión sino relajación. Entiendo que unas chicas no compartan el aceite con las otras, no puedo prestar mi amor a nadie para que ame con él, la lampara -el corazón- no funciona con amor prestado de otro ni el amor se improvisa súbitamente. Pero sí puedo servir para iluminar a otros, y que vean claro en sí mismos y enciendan su corazón (convertirlo) tal como hace Jesús, una luz -amor- que sigue iluminando, como hace su madre o hacen los santos que nos inspiran a nosotros, gente corriente que vamos descubriendo que la Sabiduría no es el conocimiento de muchas cosas sino el reconocimiento de una sola: saber para qué se vive.

carminis

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Imagen: Las doncellas necias, iglesia románica de Sant Quirze de Pedret (Barcelona), s. XI-XII.

 

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