Adviento: Dios también espera
Me decían: «El
que espera desespera», y esperar era perder el tiempo, un tiempo incómodo con posibilidad de frustración.
En esas palabras, como en mí misma, faltaba la dimensión de la esperanza que da
la fe, su alegría y confianza, faltaba humildad (al orgullo no le gusta
esperar). Ahora el dicho es otro: «el hombre no aguarda
sino lo que espera», esperar es estar
atenta porque quien no espera nada bueno no presta verdadera atención a la vida.
Así me explico qué es adviento, y la espera da sentido al tiempo, a Dios y a mí en él –mi transcurrir-, en ella está mi fidelidad, la continuidad de mi compromiso, creer en su promesa; trae la pregunta de Jesús: ¿me amas? Necesita del amor para nacer una vez más, necesita que sea su testigo.
El tiempo oportuno es lento y estable porque Dios lo sostiene en mi corazón; me doy cuenta que sin Él, el tiempo se vuelve acelerado, antojadizo e impaciente. En estos días de adviento, en el desierto de mi ciudad y realidad, escucho la voz de Juan, bautista y profeta, que habla de esperar a quien ya ha venido. En el aire de diciembre, como un eco, la pregunta: ¿me amas? Dios también espera.
carminis
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Imagen: Edward Hopper.
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