Los otros dichos de Jesús

Palabra del Domingo XXVI del Tiempo Ordinario:

Hacia un nosotros cada vez más grande. La Palabra de Dios hoy nos advierte sobre la cerrazón espiritual en la que caemos a veces no queriendo reconocer la acción de Dios en los hermanos de otros grupos católicos o de otras iglesias cristianas, otras religiones o incluso personas que hacen el bien aun sin ser religiosos. Jesús nos dice: El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

Esta cerrazón viene de antiguo. El ser humano tiene a ampliar su ego en el nosotros frente a los otros, potencialmente competidores si no enemigos. Antropológicamente primero eran los grupos humanos, el “nosotros”, los nuestros, que se defendían de “los otros”, extranjeros, diferentes, extraños, potencialmente enemigos. Cuando surgió el individuo como sujeto de libertad y conciencia, persona que no se pierde en su comunidad, no desapareció la tentación de recaer en la oposición dialéctica del nosotros – “ellos”, los otros.

Hoy, domingo de las migraciones, nos muestra una concreción de este evangelio en el mensaje elegido por Papa Francisco: “Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”» (FT n. 35). Por eso pensé en dedicar el mensaje para la 107.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado a este tema: “Hacia un nosotros cada vez más grande”, queriendo así indicar un horizonte claro para nuestro camino común en este mundo.

La Palabra de Dios hoy nos hace caer en la cuenta que esta dinámica de oposición “nosotros-ellos” puede darse también cuando incluso lo que hacen o dicen los otros coincide con lo que hacemos o decimos nosotros. Pero sólo por decirlo ellos, aunque estemos de acuerdo con lo que dicen o hacen, debemos oponernos o impedirles su acción. Es una experiencia diaria actual en los grupos políticos del presente, adversarios, luego enemigos.

Pero no sólo hemos de agradecer el bien, venga de quien venga, sino que los discípulos que queremos seguir a Jesús hemos de ser lo más comprensivos posible hacia los demás, misericordiosos como el Padre, y evitar cuanto pueda separarnos del Padre de todos. Nos separa de Dios cuanto nos tienta a atrincherarnos y nos lleva a tropezar con los otros. También los otros pueden mostrarse amenazantes y ponernos en alerta. Habrá que evitarlo inteligente y proporcionadamente. Pero no caeremos en el odio ni buscaremos la confrontación. Resuena fuerte en el cristiano: “amad a vuestros enemigos.

Unos últimos dichos de Jesús en el evangelio de hoy tienen que ver con la ternura de Jesús por sus discípulos, sabe de qué pasta son, y sabe de sus debilidades, y agradece hasta el vaso de agua que se les ofrece para su cuidado. Por eso, también muestra su dureza con quien les haga tropezar, los escándalos. Y puede venir el escándalo, la ocasión de hacernos tropezar y caer, de un mal ejemplo de alguien que nunca lo hubiéramos esperando, o también de nosotros mismos.

Eso puede suceder con nuestras manos, pies u ojos, que invaden la intimidad o dignidad de una persona, o cuando no somos justos con ella. Aquí Jesús se muestra muy radical. Si tu acción (manos), tu caminar (pies) o tu apetecer (ojos) te hacen caer en la insolidaridad inmisericorde, corta con dicha acción, orientación o apetencia. El otro es sujeto, nunca objeto de tu deseo.

No dejemos de escuchar una llamada de atención que nos alcanza desde hace 28 siglos, desde el profeta Amós, y que hoy nos lo recuerda la carta de Santiago: “El jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que vosotros habéis retenido, está gritando al Cielo”. En nuestra Cáritas parroquial somos testigos de personas sin papeles que han trabajado en la construcción, en los bares, en el servicio doméstico, en el textil o en el campo, y les han dicho que no pueden pagarles y, aun reclamando varias veces, acaban no pagándoles lo debido.

J.V.T.

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Imagen: El Salvador, de hortelano (1553), Tiziano. Museo del Prado.

 

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